Antes de que la tecnología lo permitiera, aquellas historias que salían de la imaginación solo podían pasar del papel a la animación, ahora, grandes estudios como Disney han decidido tomar aquellas historias clásicas y llevarlas al live action actualizando o modificando el argumento, algo que particularmente no me molesta, lo que en realidad me molesta es que estas nuevas películas carecen de esencia, de alma, de magia, porque los cambios a la historia no buscan preservar lo que tanto nos gustó sino acomodarse a discursos que en la práctica son nulos. Así que ver a un dragón surcando los cielos de Islandia, ver aquellos dibujos un tanto exagerados en sus facciones cobrar vida en humanos, es sencillamente fabuloso porque la magia está intacta, es por eso que Cómo entrenar a tu dragón nos da cátedra de cómo se debe hacer un live action.

En estas películas, la ficción debe echar mano de elementos fantásticos para ser atractiva, para mostrar algo más, por eso se crean mundos imaginarios e historias épicas porque solo así pueden ganarle a la realidad, así que querer que estas historias se ajusten a lo real sencillamente es una locura, un sin sentido, no importan los detalles fantásticos, los personajes irreales -como leones que hablan o elefantes que vuelan- cuando el estudio busca ser políticamente correcto, inclusivo o cualquier otra cosa solo para “cumplir”, el resultado suele ser desastroso o negativo -sí, estoy hablando de ti Blancanieves-.

He leído algunas quejas de espectadores que se dicen “críticos”, “reseñistas” o “creadores de contenido” que alegan que la historia de Cómo entrenar a tu dragón en live action es una calca de la versión animada, y yo les preguntó:  ¿qué le cambiarían? Si nos gustó Cómo entrenar a tu dragón, no fue por el estilo de animación sino por su historia, una historia de amistad, de propósito, de relaciones entre padres e hijos, de amor.

Eso nos gustó y eso nos ofrece Cómo entrenar a tu dragón en live action, porque su el guion es bueno para qué le mueves, déjalo así, igual ajusta cosas, detalles que tal vez no quedaron claros pero si el plot es bueno… sé fiel a él y con el tiempo que sobra dedícalo a lo que va a dar vida a ese texto.

Y así sucedió, seguimos teniendo una historia de amistad, de un hijo y un padre que se reconcilian después de tantos años de estar en el mismo espacio pero alejados, de amor, de valor, de ingenio, solo que ahora con personas, con actores y actrices como Jack Frost que dan vida a esos personajes entrañables de la versión animada.

Con el tiempo ahorrado, porque respetaste tu guion, ya te puedes dedicar  a hacer realidad el arte, el vestuario, a que cada uno de tus personajes adquieran la esencia de sus antecesores animados que encantaron a cientos de espectadores.

Sí, Cómo entrenar a tu dragón es una copia casi al cien por ciento de la caricatura, pero quién me va a negar que cuando Chimuelo aparece en pantalla no es adorable y realista, que ver al Hipo animado todo blandengue en persona no fue genial o ver a Hipo surcar los aires isleños montado en Chimuelo no fue un momento feliz en el que podíamos sonreír satisfechos de por fin ver un buen live action.

Les seré sincero, a mi no me gusta que las historias clásicas o las historias que se comprobó funcionan a full con la audiencia sean modificadas en pos de “cumplir” con un progresismo muy doble moral, muy gringo, por querer encontrar el hilo negro y darle “representación” a minorías, pero después atacar con pasión a Halle Bailey por ser una chica afroamericana o a Rachel Zagler por sus posicionamientos a favor de Palestina culpándola del desastroso resultado en taquilla de Blancanieves para ocultar que el verdadero motivo del desastre fue querer innovar en una historia que es un cuento de hadas.

Así que sí, prefiero un live action que se ajuste fielmente a su version original como Cómo entrenar a tu dragón, que uno “progre” que solo oculta los malos tratos, la violencia y la discriminación en la industria hollywoodense.