Pitufos. Un mero entretenimiento familiar, pintado de azul

POR: JAVIER QUINTANAR POLANCO

30-07-2025 02:00:59

Pitufos. Un mero entretenimiento familiar, pintado de azul


Pierre Culliford (mejor conocido como Peyo) fue un historietista belga quien pasó a la inmortalidad gracias a una de sus creaciones: Les Schtroumpfs (Los Pitufos), unos simpáticos y diminutos seres de color azul, los cuales vivían alejados del mundo de los humanos en una pequeña aldea constituída con hongos a modo de casas, la cual se encontraba oculta en lo profundo de un bosque, y donde vivían un sinfin de aventuras mientras eludían las perversas maquinaciones de sus acérrimos enemigos: el mago Gargamel y su gato Azraël.

Internacionalmente, las diminutas criaturas color celeste se darían a conocer sobre todo gracias a la serie de caricaturas producida por los afamados estudios Hanna-Barbera, la cual se produjo desde 1981 hasta 1990, siendo una de las series animadas más extensas en la larga trayectoria de dicha productora, y también una de las más extensas en la historia de la animación estadounidense, apenas por debajos de clásicos como Los Simpson, Scooby Doo y Los Picapiedra. En México, dicha serie sería rebautizada con el título de Los Pitufos, volviéndose uno de los programas más emblemáticos de los ochenta.


Tristemente Peyo falleció en 1992, pero Les Schtroumpfs continúan siendo parte de la cultura pop internacional, haciéndose presentes no solo en el universo de la historieta (a través de reediciones a cargo del hijo del autor) y de la televisión (con una nueva serie que se comenzó a emitir desde 2021), sino también en el cine, gracias a cuatro largometrajes producidos en los Estados Unidos: Los Pitufos (The Smurfs, Raja Gosnell, 2011); Los Pitufos 2 (The Smurfs 2, Raja Gosnell, 2013); el reboot Los Pitufos en la aldea perdida (Smurfs: The Lost Village, Kelly Asbury, 2017) y el recientemente estrenado Pitufos (Smurfs, Chris Miller, 2025).


Una vez más, los pequeños azulosos deben enfrentarse a una nueva amenaza, ahora proveniente de Razamel, malévolo hermano de Gargamel, el cual lleva años tratando de encontrar la aldea y sobre todo a Papá Pitufo, quien tiene en su poder el Grimorio, uno de cuatro libros mágicos que tanto el hechicero como la Alianza Intergaláctica de Magos Malvados -a la cual está afiliado-, llevan años buscando para así dominar el universo.


Fortuitamente, el paradero del patriarca de barba blanca es revelado accidentalmente por Sin nombre, un pitufo quien lleva un tiempo tratando de averiguar cuál es su don especial (y obtener así su nombre). Todo esto ocurre cuando de manera inesperada (y por intercesión del mencionado Grimorio), Sin nombre comienza a producir magia, y ello no pasa desapercibido al radar de Razamel, que por medio de un portal lo secuestra para interrogarlo sobre el paradero del libro mágico. Así Sin nombre, Pitufina y otros miembros de su aldea se dan a la tarea de averiguar su ubicación y rescatarlo. Esa búsqueda los llevará a conocer a Ken (hermano de Papá Pitufo) y a su azulada familia, a viajar a la Europa de nuestros días (y también a otras dimensiones alucinantes), a enfrentarse con el perverso hechicero, e incluso a hacer una inesperada alianza con su némesis para salvar al universo.


Pitufos. Un mero entretenimiento familiar, pintado de azul


Ocho años han pasado desde su mencionado reboot, y esta nueva entrega pareciera una sumatoria de tópicos a la vez que un intento de puesta al día de ese universo, teniendo como eje central el asunto de la identidad: Sin nombre no solo intenta encontrar su lugar dentro de su comunidad, sino también su propósito en la vida. Pitufina es nuevamente asaltada por las dudas en torno a su origen -al ser creada por la magia de Gargamel para destruir a su ahora familia-. Pero sobre todo, a los pitufos en general se les confiere un propósito: ser guardianes que se oponen al caos y la oscuridad, los cuales pueden desatarse si los libros mágicos de marras caen en malas manos. Y esto funciona bien, dándole un poco de consistencia al relato.


Sin embargo, en su afán de actualizar y diversificar ese universo, se generan por ahí varias fallas notorias. Por ejemplo, para darle mayor peso a Razamel, Gargamel aquí es prácticamente incompetente, siendo suavizado en exceso. Incluso llega a parecer inocuo y hasta simpático, en comparación con el personaje que se ha mostrado desde años atrás, cuyo odio por los pitufos lo ha llevado hasta la irracionalidad. Por otro lado, (y para ahorrarse la interacción con ellos y posibles complicaciones en su plot), ningún ser humano es capaz de notar a un grupo de pequeños seres deambulando por allí, so pretexto de que están tan absortos en sus celulares o con otro tipo de distracciones que por eso no los notan, cual si la raza humana entera padeciera de miopía en lo tocante a ellos. Incluso, en una escena vemos a Pitufina infiltrarse en el castillo de Razamel ordenando comida rápida por entrega a domicilio. Pero ¿Cómo lo hizo? ¿De dónde sacó un celular? y sobre todo ¿Cómo, desde su apartada aldea, pudo saber de la existencia de los celulares y cómo funcionan sus apps? Estas y otras incongruencias parecen ser meras concesiones para que la trama pueda fluir. 


Y en reglas generales (salvo el asunto de tratar de darles un propósito), esta nueva entrega es un tanto intrascendente, sin aportar gran cosa al pitufiuniverso, y se conforma con contar una historia entretenida (lo cual si consigue), de enfoque eminentemente familiar y para mantener a los personajes azules vigentes para las generaciones más jóvenes. No es de los estrenos más memorables del verano, pero tampoco es un desastre mayúsculo.




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